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¿Cómo el café se convirtió en una bebida de lujo?

Por: Rafael Cortés 01 julio 2025 • 6 minutos de lectura

¿Por qué el café se volvió una bebida para presumir en redes sociales? La historia del café en los espacios de lujo desde el imperio otomano hasta el Starbucks de tu barrio.

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¿Cómo el café se convirtió en una bebida de lujo?
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Es lunes por la mañana. Tienes junta en punto de las nueve, te subes al coche y está lloviendo. No te dio tiempo de desayunar, pero sabes que necesitas energía. Pasas por un drive-thru de camino a la oficina y le pides a la barista que te prepare un caramel macchiatto venti a 130 grados con leche de almendra, con dos shots de espresso y uno de vainilla sugar free. Le das un sorbo a tu café , te quemas la lengua y mientras esperas a que cambie el amarillo del semáforo te preguntas, ¿en qué momento pedir una simple taza de café se convirtió en este trabalenguas tan presuntuoso?

El café y el lujo

Tal vez podrías creer que, como en México somos un país reconocido por su producción de café, ésta es una bebida de lo más común con la única función de mantenerte despierto, sin embargo, es todo lo contrario. Se cree que la planta de café es originaria de Etiopia y con el tiempo se hizo popular en el Mediterráneo Oriental, que es la parte entre Europa y Asia.

Según los mitos, unas cabras locas que comían de este fruto llamaron la atención de un pastor árabe muy curioso quien inventó esta bebida y vio sus propiedades energéticas, pero su historia no se quedó solo en su funcionalidad, sino que se llenó de lujos.

Granos de café
Unsplash

La relación del café con los espacios de lujo nació en Mediterráneo Oriental, para ser más precisos, en el actual Estambul. A inicios del siglo XV, durante el crecimiento del imperio Otomano, se creó la primera cafetería del mundo llamada Kiva Han, con divanes, mobiliario de madera y decoraciones bizantinas donde se reunía la alta sociedad árabe para pasar el tiempo, jugar juegos de mesa y discutir los temas de actualidad. Súper aesthethic.

Luego el café tardó casi 200 años en asentarse en Europa ya que la iglesia la veía como una bebida oscura y demoniaca, sin embargo, sus reyes y clases altas quedaron fascinadas con su alma exótica y se mantuvo como una bebida notable que fue popularizándose poco a poco.

En Francia, por ejemplo, la primera cafetería oficial de París fue El café Procope, muy frecuentado por intelectuales como Voltaire y Rousseau, que desataron el pensamiento revolucionario que terminó con Luis XVI y María Antonieta en la guillotina. Siglos después, lugares como el Café Le Flore o Les Deux Magots fueron refugio de artistas, escritores y filósofos como Degas, Cezanne, Hemminway, Cortázar, Sarte y Simone de Beauvior.

Actualmente, llama mucho la atención la manera que tienen los franceses de disfrutar el café: por lo general sentados en silencio o conversando tranquilos, mientras miran hacia la calle, ven a la vida y la gente pasar. Para los franceses, el café se convirtió en un momento de contemplación, un lujo muy particular.

Café Procope
Café Procope / Captura Café Procope

En América, el café llegó a las Antillas y desde ahí se distribuyó hacia el continente, llegando a México alrededor de 1740. En nuestro país el café tardó un poco en popularizarse debido a que la planta era cultivada para consumo de los hacendados, sobre todo holandeses y franceses, ya que el gusto de los españoles y criollos estaba más dirigido hacia el vino y el chocolate, mientras que las castas bajas preferían el pulque y el atole.

Fue hasta los tiempos de la independencia que el café cobró más popularidad debido a que queríamos dejar de parecernos a España y nos influenciamos por las modas francesas, por lo que los cafés como centros de convivencia se volvieron más populares entre las élites. En 1914, casi 200 años después de que llegara el café a México, Pancho Villa y Emiliano Zapata desayunaron en el café Sanborns de los Azulejos, simbolizando también el acceso de las masas a esta bebida que hasta entonces había sido solo de élites.

En los tiempos actuales el café se ha asociado más con una idea funcional de productividad, sobre todo, a partir del uso que se dio como una bebida estimulante que te permite mantenerte despierto y concentrado. El café es un elemento clave durante las guerras y también dentro de las oficinas. Se dice que durante la segunda guerra mundial, cuando los estadounidenses entraron a Roma para liberar a la ciudad del control Nazi, los soldados americanos pedían el café espresso diluido con agua para que no les supiera tan intenso, de ahí que se quedara el nombre de café americano que te pides todos los días afuera del trabajo.

Este repaso nos permite ver una constante: la mayor parte de su historia el café ha pertenecido a los entornos de lujo y se le ha rendido culto, por lo que su consumo está lleno de rituales. Pierre Bordieu, un sociólogo francés denominaba habitus a la estructura de pensamientos, consideraciones y prácticas que condicionan el buen o mal gusto hacia algo. En este sentido, la cultura del café ha construido un enorme habitus a lo largo de su existencia.

Por ejemplo, hay modos de identificar las notas del café de acuerdo con el tipo de grano: si es arábica sus notas son dulces y aromáticas, si es robusta es fuerte, amarga y con más cafeína. También hay rituales poco comunes que le suman mucho valor al café, por ejemplo, comprar el café en grano y no soluble, ir a una cafetería con tostador para obtener un mejor sabor no procesado, o si nos ponemos muy exclusivos, hacer que un animal se coma los frutos del café y rescatar los granos de su excremento para obtener un sabor superior gracias a la fermentación que tuvieron al ser digeridos.

También existen modos diferentes de prepararlo: con prensa francesa que infusiona el café y separa el grano del líquido; con prensa italiana que hace fluir el café a través de un proceso de evaporación sin que el agua y el grano se mezclen; o si quieres algo que parezca más científico y especializado puedes usar un sifón que evapora el agua a través del café y la decanta en un armatoste de cristal que más parece un juego de química Mi Alegría que una máquina para preparar café.

El café como un lujo
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Pero la aventura dentro del habitus del café no termina ahí, porque si tienes mucho mundo puedes prepararte un café au lait francés con la misma cantidad de leche que de café y sin espuma; o si eres más nacionalista pídete un café lechero veracruzano al puro estilo de La Parroquia sirviendo la leche a una distancia de 30 centímetros del vaso para que genere mucha espuma.

Para algunos, el café también puede etiquetarte: si eres el chavoruco de tu grupo de amigos puedes pedir un café irlandés con un poco de whisky porque nunca es muy temprano para beber; o si te identificas con una señora copetona de San Ángel a tus treintas puedes pedir un carajillo para echar el chisme con tus amigas de la universidad; o simplemente eres un godín de despacho y solo deseas terminar tu día pidiendo un delicioso Nescafé, servido con té de canela y leche Carnation en el triciclo afuera de la oficina; o tal vez quieres darte el lujo de desayunar tranquilo con tu mamá un domingo en la mañana con un acogedor cafecito de olla. El habitus de la preparación del café es muy vasto y hay para todos los gustos.

Como todo culto, el café necesita una iglesia, un centro de adoración que esté a la altura, lo que convive muy bien con los influencers actuales que recomiendan cafés según el diseño de sus espacios. Esto lo vemos en las políticas open door de Starbucks para que la pases bien en sus asientos de piel, sillas de madera y detalles industriales, también lo vemos en la fila de hora y media para tomarse la selfie en el photo boot de Isabella Café en la colonia Condesa, y está presente en salón principal del Sanborns de los azulejos con sus pavo reales art noveau. Todo esto de los recintos aesthetic del café no es nuevo, sino que es la herencia que carga desde su pasado otomano.

¿Ok, pero entonces por qué tomar una simple taza de café se volvió tan aspiracional? Porque siempre lo ha sido. Así que sube la foto de tu Caramel Macciatto de Starbucks a tus historias de Instagram sin remordimiento. Lo importante es, como los franceses, darse ese pequeño lujo de contemplación que solo te puede dar un café. Pero dale otro sorbo al tuyo y despierta porque ya se puso el verde y tienes que llegar a esa aburrida junta en punto de las nueve.

junio 30, 2025 06:27 p. m. • 2 minutos de lectura

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