Cultura

Graciela Iturbide, el placer de ver

Por: Kristina Velfu 28 mayo 2025 • 8 minutos de lectura

Te presentamos una mirada profunda a la vida y obra de Graciela Iturbide, fotógrafa ganadora del Premio Princesa de Asturias de las artes 2025.

Compartir:

Graciela Iturbide, el placer de ver
Kristina Velfu

La mujer con las iguanas en la cabeza, la formación de perros en el horizonte alineados con las aves. El mejor retrato de Francisco Toledo, los baños de Frida, entre muchas imágenes que nos ha regalado Graciela Iturbide, son ya parte de nuestro imaginario colectivo.

Graciela Iturbide obtuvo el Premio Princesa de Asturias de las artes 2025, en reconocimiento a su trayectoria que le ha llevado a ser una de las fotógrafas más influyentes de América Latina. Su mirada audaz y onírica, ha ayudado a resignificar las culturas indígenas, el papel de la mujer y la mexicanidad.

enero 23, 2025 12:59 p. m. • 5 minutos de lectura

Sus obras íntimas y en blanco y negro, lejos de exotizar a las culturas indígenas, las enaltece y dignifica. Así como su gran capacidad de reconocer los momentos exactos en que la realidad sorprende al espectador. Quizá Graciela Iturbide, es la muestra de aquel pensamiento de Óscar Wilde, que decía que “la vida imita al arte mucho más de lo que el arte imita a la vida”, pues en realidad la percepción de la cultura y la existencia están modeladas por el arte. Nuestra propia imagen como mexicanos, tanto la autoconcebida como difundida al mundo, tiene mucho que ver con las imágenes que fotógrafos como Iturbide han creado desde el corazón.

En entrevista exclusiva para Central , Graciela Iturbide nos cuenta desde la sencillez de su espíritu, detalles de su proceso creativo, la forma en la que logró conciliar su práctica con la maternidad y cuáles fueron los amores de su vida.

Kristina Velfu (KV).- ¿Cómo recibe el premio Princesa de Asturias?, ¿Qué significa para usted?

Graciela Iturbide (GI).- Obviamente es un premio para México y para los fotógrafos de México.

La verdad es que todavía no sé qué significa para mi. Estoy tan sorprendida que no sé. Pero creo que es un incentivo para seguir trabajando.

K.V.- ¡No ha dejado de trabajar ni un instante en su vida!

G.I.- No, no, no. ¡Me encanta! Acabo de regresar de Japón pero no pude fotografiar mucho porque en Brasil me caí y me lastimé el fémur.

Entonces en Japón pues no podía caminar mucho pero tomé dos o tres fotografías.

Graciela Iturbide, el placer de ver
Kristina Velfu

K.V.- ¿Cómo empezó esta pasión por la fotografía?

G.I.- Yo estudié cinematografía pero, ya de niña, tomaba fotos porque mi papá era un fotógrafo aficionado. Tengo muchas fotos de nosotros de niños que yo me robaba y me castigaban, o sea que yo tenía desde entonces algo con la foto.

Luego me casé muy jovencita, a los 19 años, y tuve 3 hijos. Pero ya que estaban un poco más grandecitos los dejaba dormidos y me iba a tomar clases al Centro de Estudios Cinematográficos de la UNAM. Mis clases empezaban a las 7 de la noche. Ahí conocí a Manuel Álvarez Bravo, que daba clases de foto, y le pedí permiso de ir a sus clases, a las cuales casi nadie iba, porque todos querían ser directores de cine. Yo, en cambio, en su clase me enamoré de la foto y dejé el cine.

Luego me convertí en su “achichincle”, como decía Manuel Álvarez Bravo y aprendí mucho de él.

K.V.- ¿Y qué tal fue eh trabajar con Álvarez Bravo?

G.I.- Lo mejor que me ha pasado en mi vida, porque era un maestro de la sabiduría, no nada más de foto. Todo lo que él leía, la música que escuchaba, y lo que me aconsejaba era maravilloso.

Nunca me dijo si mis fotos eran buenas o malas. Lo cual se le agradece.

K.V.- ¿Qué fue lo más importante que le enseñó, maestra, Álvarez Bravo?

G.I.- Pues creo la idea de que hay tiempo. Que significa que hay que tener tiempo para todo. Darle tiempo a observar y a los procesos del arte y de la vida. Lo cual no lo sigo porque siempre ando corriendo y a las carreras, viajando y tomando fotos, pero aprendí mucho de su poesía porque también era un gran poeta. Un hombre callado, silencioso y delicado.

K.V.- ¿Y cómo fue que, a partir de este momento, usted descubre su vocación y su propio rasgo artístico?

G.I.- ¡Ay no sé! Uno va fotografiando y luego ves lo que fotografías. Luego sigues fotografiando y de alguna manera la vida te hace cambiar.

Yo empecé en los pueblos originarios, después ya no iba porque me decían que era peligroso y entonces fui a Roma, a Madagascar, a Estados Unidos y a Japón. Entonces del ser humano cambié a los pájaros, y de los pájaros a las piedras y los paisajes. Uno toma lo que te va dando la vida, porque la vida es maravillosa y en ella encuentras muchas cosas que sorprenden.

La cámara fue un pretexto para conocer la cultura de mi país.

Graciela Iturbide, el placer de ver
Kristina Velfu

K.V.- ¿Cómo fue su experiencia con Francisco Toledo?

G.I..- Francisco Toledo me invitó a Juchitán. De él descubrí la generosidad. Porque Toledo le dio a su comunidad la Casa de la Cultura, los libros (pero libros de arte de Picasso y Dalí). Le dio museos, cultura y su propio trabajo.
Con ello Juchitán fue creciendo en su cultura.

Entonces al estar yo en Juchitán varios años para hacer un libro, que empezó en una exposición, me gustó tanto por la calidez de su gente y su amabilidad, que trabajé en la comunidad 5 años.

Iba y venía, claro. Porque en Juchitán hay fiesta cada ocho días y hay que tomar mezcal y bailar. Yo no podía aguantar el ritmo mucho tiempo. Así que iba y venia a la ciudad.

Conocí bien a las mujeres del lugar, me quedaba en sus casas. Me sentaba con ellas en el mercado porque así podía captar algunas imágenes sus fiestas y de ellas de manera más cercana.

Por ejemplo, me sorprende que la foto de la mujer con iguanas en la cabeza se volvió característica y referencial. Ya es una escultura, se ve en murales en Los Ángeles y en San Francisco, además de Juchitán.

K.V.- ¿Cómo fue compaginar la vida familiar con tres hijos, un marido y las responsabilidades que eso implica y el arte?

G.I.- ¡Ay no sé! pero lo resolvía como podía. Algunas veces mis hijos me acompañaron y yo me las arreglaba. En algunas ocasiones; por ejemplo, en Chalma; mis hijos me llegaron a acompañar.

Me gusta ir a Chalma porque ahí la muerte y la fantasía está muy presentes. La gente se disfraza. Tengo una foto de un hombre que se pone una pancita de embarazada, trae puesto un vestido y se pone una máscara de calavera.

K.V.- ¿Qué es lo que observa en en estos paisajes que son como de alguna manera oníricos, que vienen como de otro mundo?.

G.I.- Pues yo veo lo que tú ves, solo que, a lo que me sorprende, le tomo una foto. Yo interpreto la realidad y la gente que ve mis fotos interpreta lo que quiere.

La fotógrafa mexicana, Graciela Iturbide, reconocida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025

/ NurPhoto via Getty Images

K.V.- ¿Cuál ha sido lo más sorprendente que ha fotografiado?

G.I. Lo más sorprendente que he fotografiado, pues curiosamente es una foto que no pude tomar, porque yo estaba observando una bicicleta con unos pollos que iban a llevar al mercado y pasó una novia, ya mayor, con su novio porque iban -yo creo- que a la iglesia.

Ahí sí que era muy onírico todo, porque estaba la tierra en el ambiente y la mamá atrás, con la novia. Me quedé tan emocionada y tan sorprendida que no pude
tomar esa foto.

En realidad la foto se trata del placer de ver.Ya sea con la cámara o sin la cámara.

Qué lástima que en ese momento no tenía con qué tomar la foto y sólo me quedé impactada de esa escena que podría haber sido de Fellini.

K.V.- ¿Cuáles han sido sus grandes amores?
G.I.-La , mis hijos, mis nietos y mis amigos.

Para mí, lo más bonito de la vida es la vida familiar y la fotografía. Sin la fotografía me siento rara. Necesito tomar imágenes. Tomarlas me hace feliz. Es una necesidad.

La fotógrafa mexicana, Graciela Iturbide, reconocida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025
Getty Images

K.V. ¿Cómo definiría su propio trabajo?

G.I. El ojo, la sorpresa y el corazón.
Lo primero es que el ojo actúe, pero de acuerdo con el corazón

K.V ¿Cuál es para usted la labor de la fotografía en en la sociedad?
G.I.- La fotografía es muy democrática. Tenemos fotos de familiares en la casa. Tenemos los álbumes de familia.

Por ejemplo yo colecciono fotoesculturas que encuentro en la Lagunilla. Son de los años 30.

La fotografía tiene distintas formas de revelarse.

K.V.- Tiene también colección de fotos de algunos otros artistas.

G.I.- Si. Porque intercambiamos fotos. Por cierto, murió Sebastião Salgado . Mi amigo.

Yo lo introduje a México. Fue un gran, gran amigo mío. Siempre me quedaba en su casa en Paris. Él también ganó el premio. De hecho es un momento feliz y triste a la vez. Perder a un gran amigo y a la par ganar un premio que además él también tuvo. Un día agridulce.

Yo le ayudé con el Instituto Nacional Indigenista, con el cual trabajé yo, a que lo dejaran ir a los viajes donde iban los fotógrafos. Conseguí a alguien le prestara un flash, porque yo nunca he usado flash y nos hicimos muy amigos. Cuando yo iba a París, o él venía a México, nos veíamos. Él estuvo un tiempo largo conociendo a los pueblos originarios con con el INI.

¿Cómo la vida tiene esos contrastes?. Salgado se va dejándonos imágenes maravillosas y una conciencia política muy fuerte sobre la naturaleza.

Muere Sebastião Salgado, el fotógrafo de la Amazonia: 8 obras para recordarlo
Getty Images

K.V.- Hablando de memoria, maestra ¿Cómo fue esa vez que abrió los baños de Frida?

G.I.- Hilda Trujillo me invitó a fotografiar los huipiles de Frida Kahlo. Pero yo no soy una fotógrafa de estudio. Yo no uso luces, no tengo estudio para fotografiar. Entonces le dije “ay no, yo no puedo hacer ese trabajo porque es poner el huipil
perfecto traer luces y yo no puedo ayudar”.

Pero, caminando por la casa, vi abierto un baño que acababan de abrir el día anterior después de 50 años y ahí en la tina vi todos los objetos de Frida y le pedí permiso a Hilda de fotografiarlos.

Me pareció muy emocionante ver sus cosas. Todos esos instrumentos, con los que sobrevivía al dolor. Las prótesis, los corsets y algunos animales disecados que tenía guardados en en un roperito. Entonces, pues me puse a acomodar dentro del mismo baño los objetos y ahí salió la serie .

Fui la primera en entrar aparte de la gente del museo. Olía a tiempo. Luego tomé fotos de su recamara e incluso moví la urna de las cenizas de Frida de lugar. Hilda casi me mata, pues eso no se había movido en la vida.

Fue un verdadero encuentro con Frida, porque yo no soy fridómana, pero la vi de otra manera después de esta experiencia.

K.V.- ¿Qué sigue para Graciela Iturbide?

G.I.- La vida, sigue la vida.

En las próximas semanas, Graciela Iturbide tendrá una magna exposición en la Casa de México en Madrid y una itinerancia por Europa para la que ya se prepara para ir.

Entre viajes, arte y amigos intelectuales, Graciela define su vida con intensidad y reconoce que gracias a la cámara ha logrado encontrar sus más grandes placeres, como conocer el mundo y hablar con personas interesantes. Su aportación es la investigación plástica de una antropología poética.

*Kristina Velfu es periodista cultural, especializada en el mercado y difusión del arte y la cultura. @Velfu

Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.

X