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Eufrosina Cruz: La mujer indígena que rompió los esquemas que marcaban su destino

Por: Paulina Gómez Mascarell 14 octubre 2022 • 3 minutos de lectura

¿Qué pasa cuando no hay libertad en nuestro entorno? Piensa cómo te sentirías si no pudieras decidir qué hacer, qué pensar, qué estudiar y con quién compartir tu vida. Aquí te contamos la historia de una mujer que se enfrentó a tradiciones que limitaban su libertad… y las derribó.

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eufrosina cruz entrevista
Foto: Nestor Herrera

Como mujer indígena, el destino de Eufrosina Cruz parecía marcado por la falta de libertad. Lo vio en su entorno y lo vivió durante mucho tiempo. Su hermana fue obligada a casarse cuando aún era una niña, a los 12 años. Ella misma lo sufrió de una manera impactante: Intentó luchar contra la inequidad desde la política; de hecho, en 2007, fue la primera mujer en ganar la elección a la presidencia de su municipio, aunque debido a los usos y costumbres de la comunidad, se anuló su victoria y no le permitieron tomar el cargo.

Eufrosina sabía que todo esto no estaba bien, y en lugar de parar sus esfuerzos ante las barreras que encontró, con el sueño de un mundo en el que cada persona pueda tener la libertad de tomar sus decisiones y construir su futuro, siguió enfocándose en acciones que la llevaron a romper paradigmas.

Una vida dedicada a la búsqueda de la libertad

Además de activista por la equidad de género y los derechos de las mujeres, Eufrosina se convirtió en diputada en tres ocasiones y en la primera mujer presidenta de la mesa directiva del congreso de Oaxaca. También presentó una iniciativa para que los matrimonios infantiles sean considerados delito grave.

Hace unos días, recibió el premio “Una vida por la libertad”, como parte del concurso de ensayo “Caminos de la Libertad”, del Centro Ricardo B. Salinas Pliego, en reconocimiento a su pelea por la equidad de derechos políticos entre hombres y mujeres.

“Literal me siento como en mis XV años, y eso que no tuve”, dice sobre el momento previo al reconocimiento a su trayectoria, que piensa como una gran responsabilidad y un compromiso por las niñas, sobre todo, por las que se siguen casando. “Va por ellas. Y me va a servir para que cuando sienta que ya no puedo, recuerde que falta mucho camino que seguir para lograr que todas las personas en este país tengan dignidad, respeto y libertad”, cuenta.

Las claves para lograr el cambio

eufrosina cruz retrato
Foto: Nestor Herrera


Haciendo un recuento desde el inicio de su labor hasta la actualidad, Eufrosina considera que hay avances en el papel que juegan las comunidades indígenas en nuestro país, pero falta mucho todavía; “falta romper paradigmas”, por ejemplo.

Se debe ver a los indígenas con los ojos correctos: “Basta de victimizarlos, de pensar en ellos como los jodidos y los excluidos. Que se piense en mexicanas y mexicanos que buscamos participar no solamente en la vida pública de nuestros municipios indígenas, sino en todo lo que conlleva el desarrollo del país, que también es de nosotras y nosotros. Creo que ese es el mayor reto”.

Además, explica, como sociedad debemos reaprender a entendernos, tener claro que a pesar de nuestras diferencias, se puede construir la igualdad, “y que en este país no sea normal que una niña se siga casando a los 12 o 13 años. Eso se llama abuso, es violencia”.

“y que en este país no sea normal que una niña se siga casando a los 12 o 13 años. Eso se llama abuso, es violencia”

La educación, el instrumento más poderoso

Gracias a la lucha para que las niñas no sean obligadas a casarse, cada vez están más conscientes de que tienen libertad de elegir, “pero eso solo se logra solamente con la educación”, dice Eufrosina.

“Para romper esos esquemas y paradigmas, no hay un camino más poderoso que una niña se eduque. Yo lo hice. Mi hermana lo hizo. Este reconocimiento se lo dedico a ella y a lo valiente que fue al construir su propia historia cuando fue solita a ligarse para no tener más hijos”.

Y así como ella, muchas niñas ya lo están haciendo: “Eso quiere decir que sí se puede, que esas niñas están rompiendo sus paradigmas. Ahora hay doctoras, hay maestras, hay arquitectas, y eso solamente se logra con la educación, porque la educación se convierte en libertad”.

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Un regreso a casa con un final feliz

Después de recorrer todo este camino, al volver a su comunidad, Santa María Quiegolani, en la sierra de Oaxaca, Eufrosina se encuentra con que la mayoría de los hombres que no la dejaron ser presidenta, que la insultaron y la cuestionaron, “me quieren un chingo y yo los quiero un chingo, porque reaprendimos”.

Ella asegura que entendieron que “si no lo hacemos juntos, nadie lo va a hacer por nosotros. Nadie va cambiar ni va a llorar ni va a gritar por nosotros, por construir nuestro desarrollo, si no lo hacemos juntas y juntos”.

Hoy, Eufrosina Cruz, esa rebelde que solamente pedía la posibilidad de construir su propia historia, lo logró. Y lucha para que esto sea realidad para todos, “que podamos disfrutar nuestros fracasos y nuestros éxitos… no más ni menos”.

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